martes, 30 de enero de 2007

Esperando una casualidad

Hoy la he vuelto a ver. Vaya si extrañaba la sonrisa de esta Casualidad. Ojalá que haya sentido la misma alegría que yo cuando la ví. Aunque, ahora que lo pienso, seguramente no se percató de ello, porque, como siempre, traté de ocultar mis emociones. Hay quienes pecan de imprudentes, pero hay otros -como yo- que pecan por estoicos.
Las casualidades, como la de esta tarde, se dan de pronto, súbitamente. En mi caso, muchas de ellas me han aguardado pacientemente a que acepte su invitación, pero siempre las desespero. ¿Será, acaso, que no me decido por miedo? (Pienso que el temor es un concepto con el cual podemos "justificarnos" y "resguardarnos" de casi todo, aunque no por mucho tiempo.) En mi caso, debo reconocerlo, el miedo no es la causa de mi indecisión.
Me siento afortunado y me declaro bendecido porque en mi camino se han cruzado grandes y hermosas casualidades. Pero también reconozco que la sensación de poder que experimeno al saber que la invitación es para mí y no para otros, es placentera. Mi problema es el ego. Sí, creo que eso es. La fuerza del egoísmo y la vanidad es tan poderosa que, incluso, puede terminar con el amor más sicero, ¿por qué dudar, entonces, de su poder para desdeñar las invitaciones que nos hace el destino?
Sin embargo, la soledad que vislumbro y que mi alma, de algún modo, es capaz de sentir, me han puesto a pensar si seré capaz de desdeñar todas las casualidades que aparecen en mi camino. Aunque también me he puesto a pensar si la vida se está enfadando porque no acepto sus casualidades y está planeando no ofrecerme más. Quizá me prepara una casualidad especial y debo esperar. Tengo años esperando... Pero, ahora me preguto si la Casualidad de esta tarde será la que he estado aguardando. No lo sé, tengo miedo de averiguarlo...

1 comentario:

Roberto Rivadeneyra dijo...

Y dentro de esa Casualidad inevitablemente existirá un per se. ¿Cuánto de lo que vivimos es causal y cuánto casual? He allí un dilema.