lunes, 8 de junio de 2009

Au règime!

Estoy de nuevo a dieta y la razón de que lo haga sí es la vanidad. Es cierto, fui operado de la rodilla y el sobrepeso agrava mi condición y, si a eso agrego que aún juego futbol, peor. Sin embargo, ayer me encontré un texto de Alfonso Reyes:

"Dicen que el arte de la mesa está llamado a desaparecer. Más bien creo que nuestra capacidad de comer y nuestro apetito evolucionan, y cada época trae nuevas necesidades y nuevos gustos. Los hábitos de ayer nos resultan ya primitivos, en esto como en tantos órdenes, y hasta en el vestido, la habitación y el trazo mismo de las ciudades. Hoy los imperativos higiénicos se abren paso, como las indiscreciones de la eugenesia, mezclado todo ello con los nobilísimos empeños estéticos, el afán de esbeltez —que ya preocupó a los cretenses de la era minoica, muchos siglos antes de Grecia— y el deseo de preservar la línea vertical, privilegio del tipo humano. Ya el Sumo Pontífice Brillat-Savarin, que empieza a no ser contemporáneo, se permite algunas disertaciones sobre el engordar, el enmagrecer y la plástica de la especie.

El hombre, hoy por hoy, casi no anda a pie, y trabaja con sus músculos mucho menos que en otros tiempos. Su régimen de calorías se ha modificado sensiblemente, sin ir muy lejos, en los últimos cincuenta años. La dietética es manía general: todos dan avisos y recetas, recomiendan fórmulas, ejercicios respiratorios y, sobre todo, abstinencia y ascetismo. "¿Quién come y bebe hoy en día?", he hecho decir a mi Cocinera en la Minuta. ¿Quién no se ha detenido a considerar un instante, con tanto respeto como pavor, aquel régimen gigantesco y propiamente rabelesiano de los abuelos? Medio lechoncillo por barba y una botella por cabeza eran cosa que a nadie espantaba antes de la era del automóvil. Nadie resistiría hoy una "tamalada" mexicana en toda su tradicional opulencia." (Descanso V)
El texto de Reyes me ha puesto a pensar si realmente quiero dejar de comer a la vieja usanza. No obstante, siempre he tenido el prurito del ejercicio y hasta que éste no me abandone, seguiré haciendo dieta.