domingo, 29 de marzo de 2009

Despedidas

Cuando conozco a alguien procuro no mostrarme directamente tal cual soy. Me gusta el misterio. Prefiero mostrar máscaras momentáneas hasta estar seguro de que el otro se ha quitado las suyas (aunque he comprobado que muchos no usan). La razón (pretexto) que tengo para hacer esto es que la amistad no se construye (madura/crece) en poco tiempo.
Ahora estoy en una situación que se ha repetido a lo largo de mi precario existir. Este momento me ha hecho pensar, reflexionar e, incluso, llorar.
En mi vida han aparecido muchas personas a las que quisiera tratar más, a las que quisiera conocer y de las cuales quisiera hacer mis mejores amigos, pero las circunstancias lo han impedido (cambio de residencia, trabajo, etcétera). Entonces, ¿qué hacer? No sé. Creo que el problema es mío, por no ser diáfano desde el inicio. Por querer ser amigo de todas las personas que conozco...

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Estas líneas las escribí hace mucho tiempo, cuando las salidas y pérdidas temporales de compañeros y amigos eran una constante en mi trabajo y la escuela. He cambiado. Ahora trato de ser más claro desde el inicio y de ofrecer mi amistad desde el inicio y no pienso dejar de hacerlo aún cuando haya personas que no me crean...

jueves, 12 de marzo de 2009

Nubes negras

Desde hace tiempo he formulado una teoría. Cuando alguien bueno muere, el cielo se pone gris y, la mayoría de las veces, llueve. El cambio de clima es radical: hoy era un día soleado y de pronto, hubo truenos, el cielo se puso gris y empezó a caer una ligera llovizna. Sobra decir que murió alguien. Se trata de la mamá de una amiga. Nunca la conocí, pero fue una buena persona.

Recuerdo que algo similar pasó cuando murió mi abuelo Pablo. Él murió en Guanajuato. (Ahora que lo pienso, murió como Tomás de Aquino: se cayó de una burra). Si bien mi abuelo no fue un hombre letrado (no aprendió a leer ni a escribir) sacó adelante a una familia numerosa y, podría decir, que fue una gran persona. El día de su muerte, mi hermano y yo no fuimos a Guanajuato, pero recuerdo una lluvia torrencial. (Mis padres también me contaron de un aguacero en Penjamo). Quiero advertir que en mi teoría, la intensidad de la lluvia tiene poco que ver con el grado de bondad de la persona fallecida. La teoría no es tan elaborada.

A mí me gusta ver llover. Demasiado. También siento mucho las pérdidas, en especial, cuando se trata de gente muy cercana a mí. En este caso, la muerte de la señora Ruiz, me duele, sobre todo, por el dolor de su hija. Rocío espera a su tercer bebé y la abuela estaba muy contenta y, de hecho, planeaba un baby shower.

Empecá a escribir este post para recordar este suceso que, seguramente, marcará la vida de muchas personas, entre ellas Daniela.