sábado, 29 de agosto de 2009

Creando historias

La noche de producción literaria fue intensa... Primero la lista y luego las historias...

Cortázar, naco, rock, sí, adentro, con, whisky, elegante, lago, frío, Norte, Sur de México, Europa, Sudáfrica, izquierd, pierna, clavel, japonesa, azul, arriba, paz, tiento, luna, pimienta, francés Nietzsche, capitalismo, gigantes, Roma, rana, free lance, pluma, PC, letras, jefe, seguidor, círculo, aire, volar, aceite de oliva, Batman, Dr. Lecter, obscura, Tatto, Kleenex, falda, descalzo, casa, panda, camello, tanto, cuento, TV, boobs, familia, parto natural, playa, hamaca, salado, NY, frijoles, spaghetti, helado, inglesa, jalapeño, tequila, coca, Cinemex, casada, bebito, tabaco, cáncer, cine.

I.
¿Qué hace una rana en Roma? Este trabajo de free lance, con pluma en mano y una PC llena de letras no complace a mi jefe. Me he vuelto sólo un seguidor en este círculo de aire. Ganas de escapar, de volar en una galaxia de aceite de oliva. Ni Batman ni Dr. Lecter podrán alcanzarme.

II.
Cortázar dijo, sí, el rock es algo naco. Pasó adentro de la casa con un whisky en la mano. Vestía elegante para estar cerca de un lago. Hacía frío. Raro porque el Sur de México siempre es más cálido que el Norte. Cortázar se sentó y mientras movía su pierna izquierda decidía si su personaje, la japonesa, la del clavel azul, estudiaría francés en Europa o lucharía por la paz en Sudáfrica.




Cadáver exquisito. Primer intento

Agradezco a la Dra. Ana Paula por su invitación para escribir juntos este ejercicio literario.

Hoy es un día especial... feria de sentimientos en constante
lucha, pero habrá tranquilidad después de la tormenta mi
vida será otra, diferente, como si pudiera tener otra vida
la de un caballero, un mago o un bufón... cómo saber. Sólo
existe una manera, la más cruel, la más simple y terrible de todas
la verdad, la simple y llana verdad. Pero no... las estrellas
apuntaban en otra dirección mientras las miradas se cruzaban
y los cuerpos se acercaban y se alejaban, arriba y abajo.
Sí y no, saber y no; pretender que no pasa nada, y saber que
no puede dejar de pasar algo ¿bueno o malo? el azar, la
suerte, el destino queda totalmente a nuestra disposición
pero también la soledad. Grande, inmensa, insoportable soledad.
De pronto fue como si pudiera ver que una nueva posibilidad
aparecía.

Cadáver exquisito. Segundo intento

Como no nos convenció el primer intento, preferimos hacer una segunda prueba...

Si a ustedes les quedó, ¿quién soy yo para dudarlo? Está bien
la lluvia es algo tan tranquilizante
Pero no... no puede ser, no lo merezco, yo quiero algo como
la lucha es el motor de la humanidad. Guerra y paz
Fue como si de pronto todo cobrara fuerza propia. Una especie de
el frío de la casa acogió a la pequeña que huía de la lluvia
Pero llégó un momento en que ya no pude más, mis fuerzas
Tremendo, alucinante, el delirio de los atromentados por el deseo
Mi cabeza da vueltas, explota, y no entiendo más, sólo que
las palabras se amontonan en mi mente. No sé que ni cómo explicarlo.
Respira, relájate, calma. Habrá una salida, una posibilidad.
El final siempre ha de ser inesperado. La noche de hoy nunca pasó.

lunes, 8 de junio de 2009

Au règime!

Estoy de nuevo a dieta y la razón de que lo haga sí es la vanidad. Es cierto, fui operado de la rodilla y el sobrepeso agrava mi condición y, si a eso agrego que aún juego futbol, peor. Sin embargo, ayer me encontré un texto de Alfonso Reyes:

"Dicen que el arte de la mesa está llamado a desaparecer. Más bien creo que nuestra capacidad de comer y nuestro apetito evolucionan, y cada época trae nuevas necesidades y nuevos gustos. Los hábitos de ayer nos resultan ya primitivos, en esto como en tantos órdenes, y hasta en el vestido, la habitación y el trazo mismo de las ciudades. Hoy los imperativos higiénicos se abren paso, como las indiscreciones de la eugenesia, mezclado todo ello con los nobilísimos empeños estéticos, el afán de esbeltez —que ya preocupó a los cretenses de la era minoica, muchos siglos antes de Grecia— y el deseo de preservar la línea vertical, privilegio del tipo humano. Ya el Sumo Pontífice Brillat-Savarin, que empieza a no ser contemporáneo, se permite algunas disertaciones sobre el engordar, el enmagrecer y la plástica de la especie.

El hombre, hoy por hoy, casi no anda a pie, y trabaja con sus músculos mucho menos que en otros tiempos. Su régimen de calorías se ha modificado sensiblemente, sin ir muy lejos, en los últimos cincuenta años. La dietética es manía general: todos dan avisos y recetas, recomiendan fórmulas, ejercicios respiratorios y, sobre todo, abstinencia y ascetismo. "¿Quién come y bebe hoy en día?", he hecho decir a mi Cocinera en la Minuta. ¿Quién no se ha detenido a considerar un instante, con tanto respeto como pavor, aquel régimen gigantesco y propiamente rabelesiano de los abuelos? Medio lechoncillo por barba y una botella por cabeza eran cosa que a nadie espantaba antes de la era del automóvil. Nadie resistiría hoy una "tamalada" mexicana en toda su tradicional opulencia." (Descanso V)
El texto de Reyes me ha puesto a pensar si realmente quiero dejar de comer a la vieja usanza. No obstante, siempre he tenido el prurito del ejercicio y hasta que éste no me abandone, seguiré haciendo dieta.


domingo, 29 de marzo de 2009

Despedidas

Cuando conozco a alguien procuro no mostrarme directamente tal cual soy. Me gusta el misterio. Prefiero mostrar máscaras momentáneas hasta estar seguro de que el otro se ha quitado las suyas (aunque he comprobado que muchos no usan). La razón (pretexto) que tengo para hacer esto es que la amistad no se construye (madura/crece) en poco tiempo.
Ahora estoy en una situación que se ha repetido a lo largo de mi precario existir. Este momento me ha hecho pensar, reflexionar e, incluso, llorar.
En mi vida han aparecido muchas personas a las que quisiera tratar más, a las que quisiera conocer y de las cuales quisiera hacer mis mejores amigos, pero las circunstancias lo han impedido (cambio de residencia, trabajo, etcétera). Entonces, ¿qué hacer? No sé. Creo que el problema es mío, por no ser diáfano desde el inicio. Por querer ser amigo de todas las personas que conozco...

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Estas líneas las escribí hace mucho tiempo, cuando las salidas y pérdidas temporales de compañeros y amigos eran una constante en mi trabajo y la escuela. He cambiado. Ahora trato de ser más claro desde el inicio y de ofrecer mi amistad desde el inicio y no pienso dejar de hacerlo aún cuando haya personas que no me crean...

jueves, 12 de marzo de 2009

Nubes negras

Desde hace tiempo he formulado una teoría. Cuando alguien bueno muere, el cielo se pone gris y, la mayoría de las veces, llueve. El cambio de clima es radical: hoy era un día soleado y de pronto, hubo truenos, el cielo se puso gris y empezó a caer una ligera llovizna. Sobra decir que murió alguien. Se trata de la mamá de una amiga. Nunca la conocí, pero fue una buena persona.

Recuerdo que algo similar pasó cuando murió mi abuelo Pablo. Él murió en Guanajuato. (Ahora que lo pienso, murió como Tomás de Aquino: se cayó de una burra). Si bien mi abuelo no fue un hombre letrado (no aprendió a leer ni a escribir) sacó adelante a una familia numerosa y, podría decir, que fue una gran persona. El día de su muerte, mi hermano y yo no fuimos a Guanajuato, pero recuerdo una lluvia torrencial. (Mis padres también me contaron de un aguacero en Penjamo). Quiero advertir que en mi teoría, la intensidad de la lluvia tiene poco que ver con el grado de bondad de la persona fallecida. La teoría no es tan elaborada.

A mí me gusta ver llover. Demasiado. También siento mucho las pérdidas, en especial, cuando se trata de gente muy cercana a mí. En este caso, la muerte de la señora Ruiz, me duele, sobre todo, por el dolor de su hija. Rocío espera a su tercer bebé y la abuela estaba muy contenta y, de hecho, planeaba un baby shower.

Empecá a escribir este post para recordar este suceso que, seguramente, marcará la vida de muchas personas, entre ellas Daniela.

martes, 17 de febrero de 2009

¿Valdrá la pena seguir escribiendo?

¿Por qué para algunos es tan fácil escribir? A mí me cuesta muchísimo. Quizá sea porque no tengo claras mis ideas, quizá porque no tengo nada que decir o, peor aún, tengo mucho que decir, pero no sé cómo hacerlo.
A la memoria me vienen dos filósofos: Heráclito y Tomás de Aquino. Recuerdo al Obscuro de Éfeso porque sus sentencias eran difíciles de desentrañar y porque en algún momento me propusé escribir como él. Del Aquinate recuerdo, en cambio, la anécdota de su apodo: "el buey mudo" y, en especial, lo que dijo Alberto Magno: “Lo llamáis buey mudo, pero os digo que su mugido resonará en el mundo entero”. En otro momento he tratado de permanecer callado, a veces por mucho tiempo, pero no creo que mi mugido resuene siquiera en mi oficina.
No sé si valga la pena seguir escribiendo, pero lo que sí tengo claro es que no quierdo dejar de hacerlo, aunque me cueste.