domingo, 29 de marzo de 2009

Despedidas

Cuando conozco a alguien procuro no mostrarme directamente tal cual soy. Me gusta el misterio. Prefiero mostrar máscaras momentáneas hasta estar seguro de que el otro se ha quitado las suyas (aunque he comprobado que muchos no usan). La razón (pretexto) que tengo para hacer esto es que la amistad no se construye (madura/crece) en poco tiempo.
Ahora estoy en una situación que se ha repetido a lo largo de mi precario existir. Este momento me ha hecho pensar, reflexionar e, incluso, llorar.
En mi vida han aparecido muchas personas a las que quisiera tratar más, a las que quisiera conocer y de las cuales quisiera hacer mis mejores amigos, pero las circunstancias lo han impedido (cambio de residencia, trabajo, etcétera). Entonces, ¿qué hacer? No sé. Creo que el problema es mío, por no ser diáfano desde el inicio. Por querer ser amigo de todas las personas que conozco...

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Estas líneas las escribí hace mucho tiempo, cuando las salidas y pérdidas temporales de compañeros y amigos eran una constante en mi trabajo y la escuela. He cambiado. Ahora trato de ser más claro desde el inicio y de ofrecer mi amistad desde el inicio y no pienso dejar de hacerlo aún cuando haya personas que no me crean...

2 comentarios:

Rodricus dijo...

Pues cuícuiri a quienes no te crean, Miguel.

"Ser diáfano", qué expresión tan afortunada. Desde luego el costo de no traer una armadura puesta es alto. Pero se gana libertad. ¡Vengue!

Roberto Rivadeneyra dijo...

Desconozco qué signifique que te percibo sin máscaras. No obstante, el comentario del Ville es preciso: no traer máscaras, armaduras y velos puede resultar peligroso en un mundo lleno de ellas, pero la libertad ganada es inigualable.

Para mí, tú eres un buen amigo.

PD Algo que aprendí "a la mala" es que no todas las personas pueden ser tus amigos. Hay algunas que desconocen el compromiso que eso implica.