miércoles, 13 de agosto de 2014

Letras, charlas, amistades...

Me han invitado a leer un blog. La autora tiene mucho qué decir y este esfuerzo desea transformarlo en un libro. Después de leer la primer entrada, noto en sus palabras ese deseo por expresar sus sentimientos, anécdotas personales y experiencias vitales. En algunas entradas hay mucha intensidad; una energía que desesperadamente busca una válvula de escape. En este ejercicio catártico percibo cómo la autora experimenta el mismo drama de todo escritor: la incapacidad expresar lo que vívida y profundamente piensa y siente. Pero me alegra ver que eso no es un obstáculo para que escriba.

En las últimas semanas he tenido la oportunidad de platicar y conocer un poco más a la autora. Soy un afortunado por haberla conocido y un privilegiado porque, a pesar de tener poco tiempo de tratarla, me ha compartido cosas que son muy personales. Aunque no puedo decir que la conozco, tan poco puedo decir que sea una extraña para mí. Ella es una mujer apasionada y enamorada de la vida a pesar de que ésta le ha puesto pruebas difíciles y dolorosas. Hace poco la vida le ha vuelto a poner una prueba más. Pero es una mujer fuerte. Sé que saldrá adelante porque esa es su esencia: lucha, empuje, carácter, dedicación. Quizá ella no es muy consciente de ello, pero eso es lo que irradia su ser. No tiene por qué ser diferente ahora.

Hace poco una amiga publicó lo siguiente en FB:

"Sé que cuando uno ve las cosas desde afuera, cuando uno no se siente complicado en ellas, es muy fácil proclamar qué es lo malo y qué es lo bueno. Pero cuando uno está metido hasta el pescuezo en el problema (y yo he estado muchas veces así), las cosas cambian, la intensidad es otra, aparecen hondas convicciones, inevitables sacrificios y renunciamientos que pueden parecer inexplicables para el que sólo observa." - La Tregua, Mario Benedetti.

En estos días hablé con la autora y, tras leer esta cita de Benedetti, me quedé pensando si mis palabras fueron superficiales, si he tratado de minimizar un problema que no he entendido del todo. Pero me preocupa más haber sido injusto con ella. Ahora dudo si he sido suficientemente empático con ella. Simplemente no quiero que su ánimo decaiga. No me gusta ver a la gente triste y, sin embargo, tengo una extraña sensación... la lluvia (compañía y consuelo en tantas ocasiones) parece decirme que la autora sigue batallando y que está triste. Y que quizá llora. Sé que hay rabia, coraje, dudas, miedos y que trata de lidiar con todo eso de la mejor forma. Pero ojalá no quiera hacerlo sola.

He experimentado la soledad y sé lo complicado que es querer enfrentar los problemas solo (la mayoría de las veces es imposible). Por eso quiero ofrecerle mi amistad. Sé que la autora tiene mucha gente que la quiere y que la apoya. Pero a pesar de eso, quiero ofrecerme como una alternativa más. Quiero que sepa que, si lo necesita, estaré ahí para ella.
Sería pretencioso, vanidoso y torpe decir que puedo hacer la diferencia o que puedo ser mejor ayuda que cualquiera de sus amigos o familiares. Mi intención es simple y un poco egoísta. Lo que en verdad deseo es que la autora no sólo sea una conocida, sino mi amiga en todo el sentido de la palabra.


 

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