¿Por qué para algunos es tan fácil escribir? A mí me cuesta muchísimo. Quizá sea porque no tengo claras mis ideas, quizá porque no tengo nada que decir o, peor aún, tengo mucho que decir, pero no sé cómo hacerlo.
A la memoria me vienen dos filósofos: Heráclito y Tomás de Aquino. Recuerdo al Obscuro de Éfeso porque sus sentencias eran difíciles de desentrañar y porque en algún momento me propusé escribir como él. Del Aquinate recuerdo, en cambio, la anécdota de su apodo: "el buey mudo" y, en especial, lo que dijo Alberto Magno: “Lo llamáis buey mudo, pero os digo que su mugido resonará en el mundo entero”. En otro momento he tratado de permanecer callado, a veces por mucho tiempo, pero no creo que mi mugido resuene siquiera en mi oficina.
No sé si valga la pena seguir escribiendo, pero lo que sí tengo claro es que no quierdo dejar de hacerlo, aunque me cueste.